Paciencia e ilusión, son dos armas para el cambio

Diariamente estoy muy en contacto con el cambio, la reflexión, los sueños, ya sea porque me tocan a mí directamente, por el entorno que me rodeo ó bien por mis clientes, pero también nos visitan en esos momentos los enemigos directos, es decir, el miedo, las luchas internas, los saboteadores, la ansiedad y la impaciencia.

Cuando un ser humano, se encuentra en una fase de inestabilidad, de cansancio por el día a día, sin ilusiones, ni cosas que le inspiren pasión, con cierta monotonía en todo, comienza una fuerza interior que pide un profundo cambio, una revisión en las tácticas y estrategias actuales de su vida, porque así ya no se puede seguir!!!.

Entonces siempre viene la misma pregunta: «¿Cómo lo hago?», mi respuesta es siempre la misma, «paciencia e ilusión, son dos armas para el cambio». Se trata de dos palabras maravllosas y altamente inspiradoras, ahora bien, hay que darles un buen uso.

En primer lugar es necesario descubrir que nos provoca ilusión, que nos mueve a cualquier lugar, sin importar los obstáculos, por ejemplo una persona amante de la naturaleza, hará lo imposible por vivir fuera de la ciudad y luchará por tal objetivo hasta conseguirlo. Por eso es muy importante reflexionar y encontrar respuesta sobre lo que nos da ilusión, porque sino la descubrimos seguiremos dando vueltas en el mismo sitio.

Una vez que hayamos definido que nos da ilusión, será necesario proponernos el cambio, pero de verdad, nada de decir «quiero cambiar pero en el fondo no lo siento», es necesario un cambio de actitud, de abandonar las estrategias que hasta ahora no han funcionado por diferentes perspectivas, maneras y formas, porque sino, no existirá el cambio.

Finalmente lo más difícil, la PACIENCIA, una actitud de inmensa sabiduría y magia frente a la vida, pero es aquí donde fallan la inmensa mayoría de las personas que quieren cambiar, este es el momento donde los sueños caen derrumbados por los terremotos y maremotos de la ansiedad, la impaciencia, la soberbia, la falta de orgullo y estima, la inseguridad, el que dirán, etc…..

Esta etapa, muy importante por cierto, es donde realmente la persona crece, aprende, es cuando debe tomar conciencia que los procesos de cambio se construyen con paso lento pero firme, haciendo cimientos y bases sólidas, para hacer frente a cualquier terremoto, porque un cambio no se logra de un día para otro, ya que tenemos arraigados en nosotros muchas cosas que están oxidadas en nuestro interior y hasta darles brillo nuevamente lleva tiempo.

Lo invito a que comiencen a transitar cambios desde la ilusión y la paciencia, a celebrar los pequeños pasitos que se van produciendo en vuestros procesos, creando objetivos apasionantes y llenándolos con pequeñas metas que nos lleven al destino soñado. Porque todo proceso tiene su inicio, desarrollo y final, por eso no querramos saltar etapas porque sino los terremotos nos arrollarán.